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LA REPRESA EN EL MICAY: UNA ZONA TAN ESTIGMATIZADA QUE ES MEJOR INUNDARLA PARA QUE SUS SUEÑOS NUNCA FLOREZCAN

Bajo el agua también van a quedar las carreteras que construyeron con su propio esfuerzo, la ambulancia, el puente y la maquina amarilla que compraron de su bolsillo.

El Cañón del Micay comprende un área de 200 mil hectáreas

Por Redacción Primera Edición Noticias

Cauca, Este es el Cañón del Micay, un área de influencia de la principal cuenca hídrica de la cordillera occidental en el sur del Cauca, el rio Micay, con un área aproximada de 200 mil hectáreas, de las cuales 50 mil están sembradas con cultivos de hoja de coca. 

Pero la coca, la minería o la presencia de los grupos armados no es la principal preocupación para hacerse al control territorial, la motivación para dominar esas tierras a cualquier costo es la construcción de la Represa Arrieros del Micay, un embalse aprobado desde finales de la época de los 70, con capacidad (en aquella época), para generar casi dos mil 500 giga wattios, algo así como la energía para iluminar día y noche a una ciudad de medio millón de habitantes. 

La inundación de esta represa está contemplada 13 kilómetros aguas arriba de López de Micay 8en el punto conocido como el salto), hasta la quebrada Mangalal, muy cerca al corregimiento Agua Clara. Si la comparamos con la Salvajina que tiene una capacidad de 764 millones de metros cúbicos de agua, Arrieros del Micay sería tres veces más grandes, con almacenamiento de dos mil millones de metros cúbicos de agua, agua que en esa zona no es escasa, el promedio de lluvias es de cuatro mil 236 milímetros y puede alcanzar máximos de 11 mil milímetros al año (o sea once metros de agua). 

En la región el promedio de húmedad está por encima del 85 por ciento, generando un habitad que alberga a 77 especies de murciélagos, jaguares, 3 especies de tigrillos, pumas, osos de anteojos, saínos, guaguas o lapas, venados, 3 especies de monos, más o menos 136 especies de mamíferos.

Las aves también tienen una presencia importante con más de 500 especies, algunas en vía de extinción, entre ellas tenemos águilas y halcones.

Entre las especies de réptiles encontramos nada más que 44 especies de sapos y cinco de ranas, entre ellas la Phyl Lobates Terribilis, una hermosa especie de rana venenosa con características propias de la región.

De lo que nadie habla es del componente humano, allí habitan tres comunidades indígenas agrupadas en un resguardo, también las comunidades negras tienen su Consejo Comunitario y la población mestiza tiene sus formas organizativas en las juntas de acción comunal veredales.

Son aproximadamente diez mil personas las que tendrían que dejar sus tierras por cuenta de la inundación. Si bien revisamos, el punto inicial, donde se construirá el muro de roca, tiene una altura de 180 metros sobre el nivel del mar, la vereda Honduras está a menos de 15 metros de diferencia y si seguimos subiendo vemos que San Juan del Mechengue está a 230 metros sobre el nivel del mar, lo que indica que también quedará bajo el agua.

¿Por qué hay tanto temor de las comunidades por la construcción de una represa?

Muchas familias de la región es todo lo que tienen, algunos ni siquiera conocen Popayán y tienen temor que al negarse a vender entren grupos de justicia privada (paramilitares) a hacer lo que mejor saben hacer, matar, amenazar y desplazar, muchos abandonarán la tierra ahorrando costos a la empresa que vaya a construir la represa, para no ir más lejos veamos los ejemplos en la Salvajina y de manera más reciente en Hidroituango. 

Una vez bajo el agua las veredas y corregimientos nadie va a poder recomponer el tejido social roto, el desarraigo y pérdida de sentido de pertenencia. Las chongas, las ferreterías, las ventas de helados y hasta los mismos guerrilleros deberán buscar a dónde volver a echar raíces.

Lo más triste es que a ninguno de los diez mil habitantes de esa parte del Cañón lo han involucrado en la consulta previa, en los Ministerios reposan estudios que datan de mil 982, diagnósticos, sugerencias y recomendaciones, pero en ningún lado existe al menos una sílaba pronunciada por aquellos que tienen su ombligo sembrado en una tierra que, para el resto del mundo es sinónimo de conflicto, guerra, narcotráfico y muerte, pero que para usted y para mí, es el habitad de especies en vía de extinción y de miles de hombres y mujeres que ven como el hambre de riqueza los quiere dejar sin dónde vivir.

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