Con aportes voluntarios y dineros de un peaje compraron los materiales y ponen la mano de obra, la construcción la dirige un hombre que apenas tiene quinto de primaria
Lideres sociales de varias veredas se turnan con la comunidad para construir el puente de La Machina
Por Camilo Fajardo Cabrera
Argelia, Cauca, El equipo periodístico de PRIMERA EDIIÓN NOTICIAS llegó hasta la vereda Las Vegas, corregimiento de Santa Clara, a 20 minutos de la cabecera de El Plateado, municipio de Argelia, para registrar la historia de la construcción de un puente con esfuerzo de la propia comunidad.
En el lugar estaban cuatro personas, tres líderes sociales que hacen las veces de trabajadores de la obra y una persona de 74 años que viene siendo como el director de la obra, un hombre que apenas tiene quinto de primaria y ha construido 11 puentes en el Cañón del Micay a lo largo de 35 años, ninguno se le ha caído.
Uno de los obreros, por así decirlo, es James Alberto Sánchez, presidente de la Junta de Acción Comunal de la vereda El Pinche, que nos indicó que el sitio donde se está construyendo el puente es conocido como el Centro Recreacional La Machina, donde va la comunidad a bañarse en los días de intenso sol.
Y relata la razón por la cual decidieron iniciar la construcción de ese puente: “Ha habido accidentes en ese puente con personas que han pasado y se han caído ahí, desde el puente peatonal”.
Agrega que ya llevan 15 días en la construcción de la estructura, que el trabajo es cien por ciento de la comunidad, con un esfuerzo especial de los líderes: “los recursos salen de uno mismo, de la misma comunidad, tenemos un peaje, donde nosotros mismos, al pasar, dejamos el aporte y con los dueños de finca que, cuando pasan se les cobra los mil pesos. Todos los recursos son de la misma comunidad”.
Asegura el dirigente que el costo del puente esta tasado en un valor aproximado a los cuarenta millones de pesos, pero esto solo hace referencia al precio de los materiales, allí no se incluye la mano de obra, la cual la pone la comunidad.
Otro de los lideres que fungen como obreros es Yamid Erazo, presidente del peaje y presidente del Comité de Medio Ambiente dentro de la Junta de Acción Comunal de la vereda Las Vegas. Con enorme sombrero que era batido por el viento explica que son más de mil personas las que se benefician de manera directa, pero también va a impactar positivamente en otras veredas que hacen uso de la vía, como es el corregimiento de Santa Clara.
Él hace claridad del financiamiento de la obra: “Había un recurso que teníamos, en una asamblea se tomó la decisión que se invirtiera en este puente y adicional se le invierte de lo que ingresa del peaje, porque acá el Gobierno no nos ayuda en nada por eso tomamos la decisión que si nosotros podemos hacer las cosas es mejor hacer el puente nosotros mismos”.
Al unísono los presentes pidieron al Estado que haga presencia con recursos que permitan terminar no solo este puente sino también otros en la misma zona que ponen en riesgo, principalmente, a los estudiantes que van diariamente hasta El Plateado a recibir clases.
Otro de los presentes en esta obra es un hombre de 74 años de edad que hace las veces de director de la obra, un hombre muy afable con un inmenso sentido del humor que se mofa de sus virtudes y las aborda con tal naturalidad que cualquier ingeniero quisiera entender las obras como él lo hace.
Se trata de Julio Muñoz Gómez, habitante de la vereda Las Vegas, un hombre delgado y muy analítico que basta con hacerle una pregunta para que se suelte a contar historias entre risas.
“Estudié hasta quinto de primaria y he construido en total once puentes y no se ha caído ni el primero. Hace 35 años construí el primer puente en la vía que va para Huisitó por La Hacienda y ahí esta el puente, lo revistieron ahora para que pasen carros y lo que quiera pasar por ahí”, asegura, mientras hace la más inexplicable de las confesiones “no me gusta este trabajo, es la realidad”.
Y nos soltó otra perla, cuando preguntamos sobre el puente que están construyendo en Las Vegas dijo que va a soportar unas cuarenta toneladas, e hizo la comparación que una oruga pesa entre 35 y 40 toneladas y sus puentes las soportan como si nada, dice que hacer un buen puente no es cosa del otro mundo.
“Este es un puente de pobres, no tienen ayuda de nadie, tienen un platica poquitica y yo dije hagámosle con esa poquita a ver, principiemos que al final se termina, porque lo duro son los principios, los principios son los duros, después ya se van concretando las cosas. Si uno no inicia nunca se hace nada, así es todo, usted para hacer algo tiene que principiar, sino nunca hace nada”, dice entre risas y carcajadas.
En cuanto a su pago, afirma que lo hace más por colaboración, si es cierto que recibe una pequeña remuneración lo hace pensando en el bienestar propio porque es usuario de la vía, vive en la misma vereda y le sirve que haya un buen paso sobre el rio.
Ya fuimos invitados para la fundición de la plancha del puente, ojalá ese día haya presencia de alguna instancia del Estado, al menos ayudando a servir el agua para los trabajadores y voluntarios, porque después de este puente se vienen otros sobre la misma vía que ponen en riesgo a la población cada vez que hay lluvias.