Son niños y niñas que sueñan con un trabajo digno alejado de la violencia y los cultivos de uso ilícito, pero sus salones, comedor y cancha se están hundiendo.
Esperan hacer realidad sus sueños: abogados, médicos, ingenieros, etc.
Por Camilo Fajardo Cabrera
Pasábamos por Huisitó, un corregimiento del municipio El Tambo, el más grande del Cauca y el cuarto de mayor extensión a nivel nacional. A la entrada del pueblo una guerrillera perfectamente uniformada estaba haciendo señales de pare, no permitían la circulación de vehículos porque los niños del colegio estaban en una marcha por las calles del pequeño poblado.
Sacamos cámara y nos arriesgamos a grabar, los docentes sentían alegría de ver que unos periodistas estén acompañando esta actividad, aparentemente tan pequeña. Pero no era así, en medio de esa marcha, la sonrisa y alegría de los pequeños reflejaba los valores que sus maestros les inculcan en el diario vivir.
Al llegar al polideportivo hablamos con la rectora de la Institución Educativa Huisitó, Carmen Eugenia Jiménez quien nos contó que están fortaleciendo valores como el amor, solidaridad, el respeto y la empatía, cada uno ligado a un color.
“Estamos reforzando estos valores en nuestro territorio. Los estudiantes de estos territorios tienen muchos valores y lo que estamos haciendo es fortaleciendo esas capacidades”, señalo la directiva docente.
Agregó que la niñez de estas zonas de conflicto quieren ser grandes en la vida y las instancias gubernamentales deben brindar las herramientas necesarias, per a veces siente que estamos muy olvidados.
La Coordinadora de la Institución, Nilbia Romero Caldón, nos contó que la infraestructura del colegio está pasando por momentos difíciles, tiene grietas y hundimientos por el posible mal manejo de aguas residuales.
“Vamos a hacer un bingo, es una de las formas, de las estrategias que utilizamos para recoger los fondos que permitan hacer adecuaciones y ofrecer un mejor ambiente a los estudiantes”, manifestó la Coordinadora.
Ahora tendremos que esperar qué otros sectores de la sociedad se suman a esta iniciativa, seguramente el Estado colombiano solo aparecerá a criticar la puesta en funcionamiento de nuevas aulas, los militares harán señalamientos y los niños disfrutarán que tienen donde aprender y donde sentarse a compartir un plato de comida caliente.
Esta nota tal vez pase sin interés al momento de publicarla porque no tiene sangre, violencia o explosiones, pero es la Colombia profunda, la que clama por atención del Estado, la que lanza inefables gritos que claman por la paz.